Norberto Aníbal Napolitano, más conocido como Pappo, marcó un antes y un después en la historia del rock argentino, consolidándose como uno de los guitarristas más grandes de todos los tiempos. A dos décadas de su partida, recordamos cómo fueron sus inicios en la música, su legado y los momentos cruciales que definieron su vida y obra.
Los primeros acordes de una leyenda
Nacido el 10 de marzo de 1950 en el barrio porteño de Villa General Mitre, Pappo mostró desde pequeño una fascinación por la guitarra. Su relación con el instrumento comenzó a los ocho años, cuando tuvo su primera guitarra, aunque inicialmente tomó solo unas pocas clases. Su pasión e innato talento lo llevaron a ser autodidacta. Según él mismo relató, su interés por el rock nació al escuchar en la radio a Little Richard, un hecho que lo inspiró a adquirir su primera guitarra eléctrica y un amplificador.
En su adolescencia, estuvo rodeado de música gracias a su hermana Liliana, concertista de piano, y al ambiente artístico de su hogar. Esto marcó los cimientos de su sensibilidad musical, nutrida con influencias de compositores clásicos como Beethoven, Liszt y Bach.
Sus primeras bandas: el nacimiento de un estilo
Pappo formó su primera banda, Los Buitres, a los 16 años, junto a amigos y familiares. Poco después, trabajó como asistente para el grupo uruguayo Los Iracundos, y fue con Leonardo Franco, guitarrista de esta banda, que recibió sus primeras clases de guitarra eléctrica.
En 1967, entró a formar parte de Los Abuelos de la Nada, banda liderada por Miguel Abuelo, tras la recomendación de Claudio Gabis, quien no pudo tomar el puesto. Aunque esta etapa fue breve debido a la disolución del grupo, Pappo logró destacar por su inclinación hacia el blues, un género que marcaría toda su carrera. De esta época se recuerda su participación en temas como "Diana Divaga" y "La Estación".
La consolidación en los grandes escenarios
Tras su paso por Los Abuelos, Pappo formó Engranaje, aunque esta banda duró poco tiempo. Luego se unió a Conexión N.º 5, una agrupación de música beat muy popular en ese tiempo. Aunque su participación también fue breve, le permitió profesionalizarse y abrirse a nuevas oportunidades.
En el verano de 1969, colaboró con Manal, tocando piano y guitarra en presentaciones en vivo. Además, empezó a frecuentar Plaza Francia, epicentro del movimiento hippie en Buenos Aires, donde absorbió influencias musicales y estableció relaciones con otros artistas.
El trágico final: un adiós inesperado
Pappo falleció el 25 de febrero de 2005 en la localidad bonaerense de Jáuregui, en el partido de Luján. Según fuentes policiales, el guitarrista, tras cenar en un restaurante, viajaba en su motocicleta Harley Davidson seguido por otra moto donde iban su hijo Luciano y su nuera. En el trayecto, al llegar al paraje Estancia La Blanqueada en la ruta provincial 5, se produjo un roce entre los vehículos, ocasionando que Pappo perdiera el control, cayera al pavimento y fuera atropellado por un Renault Clio que circulaba en sentido contrario. Su muerte fue inmediata.
En el lugar de su fallecimiento, se erigió un monolito con una guitarra de bronce en su memoria. Al día siguiente, sus restos fueron despedidos en el panteón de músicos de SADAIC en el cementerio de la Chacarita, en Buenos Aires, por familiares, amigos y una multitud de fanáticos que corearon sus canciones. Posteriormente, fue cremado y sus cenizas depositadas en un monumento en la plaza Roque Sáenz Peña, obra de la escultora Virginia Caramés.
Homenajes y controversias
Muchos homenajes han recordado su figura a lo largo de los años. La estación de FM Rock & Pop nombró en su honor una sala de grabación en 2008, elegida por votación de los oyentes. En 2016, se inauguró la parada "Pappo Napolitano" en el Metrobús de la Avenida San Martín en Buenos Aires, y en 2019, se realizó una muestra itinerante llamada "Museo de Pappo" organizada por su hijo Luciano.
Pappo también tuvo episodios controvertidos, como una acusación de intento de abuso por parte de la periodista Alicia Barrios en 1986. En cuanto a su vida personal, tuvo un hijo, Luciano, en 1973, a quien conocería veinte años después. Pappo se mostró crítico en sus últimos años sobre el impacto de las drogas y expresó opiniones controvertidas sobre la pena de muerte.
Un legado inmortal
Pappo dejó una huella imborrable en la música argentina. Su virtuosismo y pasión por el blues y el rock consolidaron su posición como un ícono de la cultura musical del país. Su obra sigue resonando en nuevas generaciones, mientras los homenajes a su vida y música continúan manteniendo vivo el legado del "Carpo".
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